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Svetlana R. Sharapova

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Mensaje por Svetlana R. Sharapova Mar Sep 30, 2014 10:07 am


Svetlana R. Sharapova

Candice Swanepoel

Nombre completo: Svetlana Ruxandra Sharapova
Sobrenombres: Svet/Vetta/Veti/Sve/Rux
Edad: 80 años reales, 23 aparentes
Raza: Vampira
Nacionalidad: Rusa
Orientación sexual: Bisexual
Grupo: Vampiros
Poder: Tiene el "don" de poder atraer de forma mucho más fuerte de lo normal a las personas que la rodean como consecuencia de una especie de feromona, que su piel segrega de forma natural.
Ocupación: Prostituta en el Spa Kaatosade



Descripción psicológica

Los documentales de la televisión siempre han mostrado el lado más salvaje de la fauna y la flora de rincones tan exóticos como África, el Amazonas o los más áridos desiertos. En ellos, puede percibirse que el único sentimiento y sentido que hay para la existencia de sus seres vivos, es la supervivencia. El pez grande se come al pequeño, ha sido siempre uno de los dichos más extendidos a lo largo del globo, y Svetlana se lo ha tomado muy en serio a la hora de aplicarlo en su día a día. Un duro pasado y una situación posterior no mucho más placentera, han hecho de esta bella flor de invierno una auténtica depredadora, acostumbrada a luchar por todo aquello que ha conseguido e incluso por seguir viva… si es que así puede considerarse. Asqueada por la sociedad que la rodea y enfadada especialmente por el género masculino, ha decidido encararse con todo el mundo, incluso con aquellos que no le han causado mal alguno. Prefiere curarse en salud, apalear antes de ser apaleada y evitarse así malos tragos en el futuro. Decidida y altiva, tiene un porte que no se corresponde para nada con su trabajo actual, por muy prostituta que sea, ella siempre se mostrará arrogante y soez con aquellos que le falten al respeto o amenacen su bienestar físico. Caprichosa y testaruda, es capaz de hacer cualquier cosa cuando algo se le antoja, cegándose incluso y sin importarle demasiado lo que les suceda a los demás por el camino. Pasional y atrevida, toda su actitud y su estilo están diseñados para atraer la atención de los demás, ya sean mujeres u hombres. No le hace ascos a nada, mientras le reporten placer y dinero serán bien recibidos en su cama, pero expulsados rápidamente de su vida. Se ha prohibido a sí misma tomarle cariño a nadie, sabe que al final eso duele…  y menos una dama del placer como ella, que debe consagrarse a su labor en carne propia. Carece de amistades porque es muy desconfiada, incapaz de confesar sus pensamientos y sus sentimientos a nadie que no sea ella misma en su intimidad; sabe que el mundo es traicionero, que quien te viene un día con una sonrisa dibujada en el rostro puede clavarte una puñalada por la espalda horas más tarde, y que aquellos que se atribuyen la palabra de “amigos” no son más que meras personas a las que les conviene tenerse cerca entre sí. Para Svetlana, sólo hay dos tipos de personas: sus superiores y sus clientes, no hay cabida en su mundo para nadie más… y está dispuesta a lastimar a quien sea con tal de mantener su burbuja solitaria herméticamente cerrada. Al igual que nunca ha tenido amistades de cualquier tipo, tampoco se ha permitido volver a tener una pareja. Las malas experiencias de su pasado le han enseñado que los hombres son muy ruines, que la mayoría sólo usa a las mujeres para dar una buena imagen u obtener sexo gratuito de ellas, aprovechando que estas normalmente son mucho más sensibles y se encariñan con más facilidad. Siente asco por los hombres, es incapaz de mirarlos a la cara durante más de dos segundos, y aunque esto le complica bastante el trabajo, jamás ha habido ninguna queja sobre ella con esta temática. Sabe que tiene un cuerpo bonito y una cara singular, y se aprovecha de ello sin ninguna compasión para conseguir todos sus propósitos. Se muestra ante los demás como una reina o una diva, aunque en el fondo su corazón está tan muerto como lo está su alma desde hace demasiado tiempo. Ardiente en la cama, fría en su realidad… Svetlana es una combinación de elementos y caracteres que todo el mundo quiere probar, pero que no muchos toleran después de haberla catado.
Gustos:
- La música pop y rock, le encanta bailar y hacer playbacks cuando está sola.
- Los animales, en especial los gatos.
- Las noches de luna llena, ese misticismo la contagia y saca su lado melancólico.
-La playa, el mar... el oceano. Cada vez que puede intenta hacer una escapadita a la costa.
-La ropa bonita y, más fervientemente, los tacones. Cuanto más altos mejor.
Disgustos:
- Los malos olores y el desorden, es muy exigente en ese punto. Tampoco tolera la falta de higiene.
-Los insectos y las arañas, los detesta y prefiere mantenerse bien apartada de ellos.
-La hipocresía. Sabe que la primera hipócrita es ella, pero prefiere saber con qué tipo de personas trata a la hora de trabajar, y no la mera fachada.
-Las normas, en su oficio es muy meticulosa con ellas, pero fuera de este se considera una persona totalmente liberal.
Manías:
-Es previsora, y su bolso parece un auténtico pozo sin fondo.
-Tiene a recolocarse el cabello de forma continua, es una especie de tick que le sale casi sin darse cuenta de ello.
-Detesta llevar cuellos altos o escotes cerrados, y en cuanto ve una camisa con los botones abrochados hasta arriba tiene serias tentaciones de desabrochar un par o más.
Fobias y Debilidades:
-Tiene pavor de los recuerdos que todavía no cobran forma en su mente... del pasado que la amnesia le ha arrebatado.
-Su orgullo en ocasiones le trae serios problemas.
-La ausencia de miedo hace que no sepa distinguir con claridad el peligro y que continuamente arriesgue su propia vida.



Antecedentes Históricos

Los libros de cuentos nos narran historias de bellas princesas encerradas en su torre, que son salvadas por príncipes apuestos de capa azulada que se enamoran de ellas y se las llevan hacia un final feliz. Pero la realidad no siempre se corresponde con la ficción, y eso es algo que Svetlana pudo comprobar desde su mismo nacimiento. Sus padres eran de todo menos una pareja feliz y acogedora. Él,  Dimitri Sharapov, era un empresario de dudosa reputación, que tenía negocios de piezas informáticas por todo el mundo y, al mismo tiempo, trabajaba mano a mano con diversas mafias del país, distribuyéndoles todo tipo de artefactos y consiguiéndoles tecnología punta. Ella, Veronika Sharapova, fue antaño una modelo muy cotizada en las pasarelas, pero a causa de los celos que estas sesiones provocaban en su reciente esposo, tuvo que dejar su oficio y dedicarse plenamente a su marido, a llevarle las cuentas y ganarse un cuantioso jornal ejerciendo de secretaria del mismo hombre al que fingía amar. Veronika nunca quiso a Dimitri, únicamente el dinero le resultó apetitoso de él; Dimitri en cambio, escogió a su esposa no porque tuviese un sentimiento hacia ella, sino porque era una cara bonita que mostrar ante sus benefactores y clientes, un rostro apetecible del que presumir en las fiestas de etiqueta y las reuniones de negocios. A los ojos de la gente, era un matrimonio perfecto… pero tras las cuatro paredes de la mansión que compartían, no había gestos de cariño y ni siquiera dormían juntos por las noches. La mayoría del tiempo, Dimitri traía a sus amantes a la casa y pasaba más tiempo con ellas que con su mujer. Pero pese a que intentaron llevar la tapadera de su matrimonio lo mejor que pudieron, el hecho de que no tuviesen un hijo en más de seis años de unión, hizo que los rumores se extendiesen por las altas esferas, que ponían en tela de juicio la estabilidad de la pareja. Impulsados por su avaricia y por las ganas de seguir manteniendo su imagen, decidieron buscar descendencia y así llegó al mundo la pequeña Svetlana.

Ya desde su nacimiento, todos sabían que sería una chica hermosa. Aquella niña de enormes ojos azules y cabello rubio brillante como el oro conquistó los corazones de quienes la vieron… pero no así los de sus progenitores. Lejos de adorar a su diminuta bebé y criarla, la dejaron en manos de sus empleados, que tuvieron que darle biberón, cambiarle los pañales, vestirla, peinarla y, en definitiva, ejercer de padres de una criatura que, aunque amaban con locura, no era de su misma sangre. Svetlana nunca estuvo falta de cariño ni mucho menos, aquellos que la educaban y mimaban le entregaban el afecto suficiente como para no echar en falta dicho apego por parte de sus progenitores, pero siempre le faltó algo… alguien que realmente se preocupase por ella, y no por su vida pública o su imagen. Pero el destino es juguetón y traicionero,  y cuando menos se lo espera una persona puede dar un giro imprevisto que ponga su realidad patas arriba… Y eso fue lo que pasó con Dimitri. Después de tantos años trabajando para las diferentes mafias, un par de negocios mal colocados le generaron una pérdida de dinero impresionante, a la que no podía hacer frente sin perder todo aquello que le era preciado: casa, coches y otros lujos. Agobiado por la situación económica en la que se encontraba, hizo un trato con uno de los capos a los que había servido: entregaría a su primogénita como pago de la deuda que había adquirido, y así ambos podrían olvidarse del tema. Svetlana para él no era más que un objeto más de la casa, con el que perfectamente podía comerciar. Y ante los ojos de la gente podía asegurar que la había enviado a un internado para corregir sus malos comportamientos. Una vez establecida la fachada y el negocio, la pequeña rusa fue sacada de su casa por la fuerza cuando apenas tenía seis años, y se convirtió en el nuevo juguetito de Vladimir, el capo al que su padre la había entregado.

Este la educó como si fuese su propia hija al principio, dándole unos estudios, comida, un techo bajo el que vivir y la compañía de algunas de las muchachas jóvenes que él contrataba como su servidumbre. Pero a medida que la chiquilla iba creciendo, fue más y más patente que su belleza era especial, y esto atrajo la atención de Vladimir quien, cuando ella apenas había cumplido los quince años, la violó brutalmente. A partir de ese momento además de su “protegida” también era su esclava sexual, y tenía que cumplir con todos y cada uno de los requisitos que él le exigiese. El tiempo siguió corriendo, y a medida que pasaba Svetlana empezó a tener más consciencia de su situación y trató de rebelarse contra su dueño en varias ocasiones. Harto de estos arrebatos de rebeldía, Vladimir decidió darle la mejor de las lecciones, una que cambiaría su vida para siempre y la convertiría en un ser totalmente dependiente de él. Le confesó a la rusa su verdadera naturaleza, la de un antiguo vampiro, y la obligó a morir y tomar su sangre posteriormente. De este modo, hizo que aquella inexperta novata en el tema de la sangre y los colmillos dependiese de nuevo totalmente de él para seguir adelante. Al principio, Svetlana no aceptaba su nueva realidad. Para ella, los vampiros eran seres que sólo se podían encontrar en los cuentos de terror o en el cine adolescente... desde luego jamás los habría considerado criaturas reales, de carne y hueso como ella. Pero el tener que saciar ese apetito voraz que crecía en su estómago con sangre y esconderse del sol que antaño había amado provocó que tuviese que cambiar de opinión. Durante los primeros cincuenta años, mantuvo la boca cerrada y siguió obrando como la sombra y esclava de Vladimir, quien estaba convencido de haber aniquilado de ese modo aquel espíritu rebelde e indómito que antaño anidase en aquellos severos ojos azules. Pero... el tigre no por haberse limado las uñas deja de lado su instinto.

Una noche, el lugar donde Svetlana estaba recluida vio disminuida su vigilancia. El capo mafioso, Vladimir, había salido para llevar a cabo unos trámites con respecto a un suculento negocio, y aquella transacción podía ser peligrosa, así que se llevó consigo a gran parte de sus hombres y guardaespaldas. Aprovechando dicho fallo en la defensa, Svetlana cogió todo aquello que pudo llevar consigo y se deshizo con facilidad de los guardias que la custodiaban, escapando del recinto sin que su persistente dueño se diese cuenta, estando como estaba fuera de casa. Durante cinco años vagó sin rumbo por todo el mundo, visitando España, Francia, Italia y los Estados Unidos. No importaba cuánto se mudase o lo bien que se escondiese... al final los hombres de Vladimir siempre encontraban su rastro y tenía que huir para evitar ser capturada de nuevo. Fue entonces cuando decidió tirar la toalla, y rendirse ante lo inevitable... volvió a encontrarse cara a cara con el capo ruso, que parecía... cambiado, después de todos esos años persiguiendo a la rubia. Compartieron juntos momentos tensos, obviamente, pero tras aclarar un sinfín de diferencias parecían haber encontrado el equilibrio... e incluso el amor. Svetlana era feliz, a pesar de que tiempo atrás habría puesto en tela de duda cualquier sugerencia de compartir una vida amorosa con Vladimir, pero como siempre... toda historia bonita tiene que tener un revés. Una de las mafias enemigas del ruso la tomó con Svetlana, asaltándola en cuanto la vieron por la calle y desangrándola hasta colocarla al borde de la muerte... La dieron por perdida, pensaron que no sobreviviría y le arrancaron las uñas para enviárselas al propio Vladimir, despertando de este modo su ira. No podían imaginarse que un par de vampiros nómadas que estaban de paso por Francia recogieron a la moribunda Sharapova y la llevaron consigo. Atendieron sus heridas, le ofrecieron alimento y la dejaron en un centro de Finlandia, en Savonlinna, llamado Kaatosade, donde aceptaban seres de todo tipo y les ofrecían trabajo además de refugico.

Svetlana tardó unos meses en recuperarse del terrible shock sufrido y, a pesar de que sus heridas físicas iban sanando, su estado emocional era inestable y mostraba una pérdida de memoria preocupante para los médicos que la atendieron. Empezó a trabajar de prostituta, algo que sabía que se le daba bien a pesar de no rememorar todos los detalles. A día de hoy... siente que le falta algo, no recuerda a ese ruso que en su día la torturó y más tarde la amó, pero en su pecho ese corazón ennegrecido por la muerte y el paso del tiempo percibe la carencia de su otra mitad, de esa media naranja... de ese anclaje que hace funcionar las manecillas del reloj que gobierna su existencia.

Familiares:
-Dimitri Sharapov, su padre. Un hombre sin escrúpulos que no dudó un sólo segundo en vender a su hija cual moneda de cambio para salvar su propio trasero. Svetlana no ha vuelto a buscarle o tener contacto con él, obviamente.
-Veronika Sharapova, su madre. Una mujer débil física y mentalmente que siempre vivió a la sombra de su esposo. No defendió a su hija, estaba más preocupada por su imagen a nivel social que por aquella criatura que había traído al mundo. Tampoco ha vuelto a tener contacto alguno con ella.



Otros Datos

Pertenencias:
-Una moto Yamaha en color negro que ha sido, desde hace tiempo, el único capricho realmente caro que se ha permitido.
Datos extra:
-Practica diversos deportes de contacto: kick boxing, karate y defensa personal... por si las moscas.-----Además de ser un rostro bonito también le gusta enriquecerse culturalmente, sobre todo en lo que a arte y literatura corresponde.
-Uno de sus sueños a cumplir es poder viajar a un paraíso tropical, aunque tenga que ser de noche.
-Tiene su habitación decorada por completo con flores, entre las cuales las que más le gustan sonlas rosas rojas... como a la mayoría de las mujeres.



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Mensaje por The Boss Vie Oct 03, 2014 1:47 am

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